domingo, 20 de julio de 2008

La Puerta de Europa

Hace ya tres meses, sin todavía poder explicar bien cómo, el universo se conjuró para que yo fuera a Europa.

De un tiempo a esta parte varios personajes importantes de mi mundo se habían empezado a trasladar al viejo continente, una parte del mundo a la que yo, sinceramente, jamás había mirado con atención. Europa era para mí tan real como lo son La Tierra Media, Narnia o la escuela Hogwarts: lugares mostros, sumamente documentados, de los que vez fotos y videos y lees cientos de historias. Pero que no influyen en tu vida realmente y, sobretodo, a los que NUNCA vas a visitar. O al menos eso creía yo.

Tras una serie de eventos, mezcla entre inesperados, circunstanciales, buscados, provocados y algunos simplemente incomprensibles me vi de pronto en un avión rumbo a Holanda.

Recuerdo haberme peñiscado varias veces para ver si me despertaba.

Recuerdo que las 12 horas de vuelo se me pasaron en un segundo gracias a un número ilimitado de películas, video juegos, música y un infinito etcétera de material audiovisual genialmente instalado en cada asiento para evitar que el pasajero a) se aburra y, sobretodo b) jorobe hasta la locura a las aeromozas por causa del factor a).

Cuando el avión aterrizó, miré por la ventana alucinado, solo para descubrir un aeropuerto normal, tierra normal, plantas normales y una carretera normal. Sinceramente no sé qué esperaba, pero recuerden que para mí era como viajar a la Tierra Media.

Me paré, recogí mis cosas y salí del avión, muerto de miedo porque seguro que me iban a revisar toda la maleta completita y de todas maneras les iba a parecer sospechosazo y me iban a mandar a un cuartito oscuro donde 2 gorilas inmensos me iban a hacer el más espantoso cavity search.

Pero no. La aeromoza me hizo adiós con una sonrisa. Salí del avión directamente a un hall en donde estaban las demás puertas de embarque, de modo que alguien podía bajarse directamente del avión y tomar su conexión sin pasar por migraciones. Nooooo.... Tenía que haber un error.

Pero no. No había.

Caminé un montón hasta encontrar Migraciones. Encontré un cartel que apuntaba a Migraciones y otro hacia la salida. Miré la salida, y ví a la gente saliendo nomás sin ningún control... Osea que se puede entrar a Holanda sin pasar por Migraciones.

Noooooo.... Tenía que haber un error. Pero no. No había.

De todas maneras no me arriesgué y seguí el cartel hacia Migraciones. Cuando llegué vi un kioskito con un colorado gordo durmiendo frescamente. Me acerqué y lo desperté.

Gordo: "Oh! What?!"
Yo: "Hello"
Gordo: "Hello. How can I help you."
Yo: "I´m a foreigner". Enseño mi pasaporte.
Gordo: "Oh! Right." Toma mi pasaporte. Ve mi visa gringa. "Very well".
Yo: "That's my U.S. visa". Le enseño mi visa Schengen.
Gordo: "Right. So.... What are you here for?"
Yo: "To visit my cousin and travel a little".
Gordo: "Hmmmmhhh.... How long are you staying?"
Yo: "Two months and two o three days, I can't really remember".
Gordo: "Wow! Nice vacations!"

Y JUAS me estampó mi pasaporte con un sello que decía mi fecha de entrada, me lo devolvió y siguió durmiendo.

Alucinado caminé hacia la salida. Nadie más me pidió mi pasaporte otra vez.

Recogí mi maleta y vi 2 carteles antes de la salida: "Algo que declarar" y "Nada que declarar". Por supuesto que yo no tenía la menor idea de si debía o no declarar algo. Me acerqué algo nervioso cuando noté que... El kiosko de "algo que declarar" estaba VACÍO. No había nadie ahí. NADIE.

Dudé un rato. No podía ser tan fácil... Y todas las leyendas horrorosas que había escuchado de peruanos torturados, deportados; de colas eternas de control de migraciones; de que te revisan TODO...

Hasta ahora no sé cómo explicarlo. Tal vez era todo mentira, exageraciones.

Tal vez es gente piña que les tocó llegar el día en que les negaron el donut de postre a los de seguridad y estaban empinchados. O tal vez yo tuve suerte y llegué justo cuando los guardias estaban comiéndose el donut (de hecho llegué a la hora de almuerzo). La cosa es que crucé esa puerta y me ví en el hall de recibo, alastado por el abrazo de oso más fuerte que he recibido, de mi primo feliz de que esté allí.

Y así fue. Estaba en Europa. No lo podía creer.




Seguiré posteando relatos de algunas de mis aventuras en el viejo continente en los siguientes días.
Por ahora, les aseguro que de regreso a Lima me revisaron más.

Un abrazo
Y gracias por leer hasta aquí.

2 comentarios:

Luciano dijo...

Recuerdo q cuando yo caí x allá, hace unos años, no pasé revisión en Amsterdam, sino en Venecia... y no la hubiera pasado ahí tp si no fuera xq el Pollo cargaba una maleta más grande q él y hacia la cual los perros corrieron desesperados... y donde encontraron TRES FRASCOS DE TALCO q inexplicablemente su familia le estaba mandando a su hermana.
Sí, yo sé. En fin, es divertido en retrospectiva.

Al Barito dijo...

Plop. Una alumna me contó una vez que a su sobrinita, que se estaba llendo a España, la abuela insistió en meterle un POLLO A LA BRASA en la maleta.
No tengo idea de lo que le habrán hecho a esa pobre niña en migraciones.