martes, 23 de septiembre de 2008

Los que ya no están


Hoy, por esas casualidades de la vida revisé mi cuenta de Hi5, la cual mantengo en estado de semi-abandono desde hace más de un año. La visito más o menos una vez cada 4 o 5 meses para borrar basura y nada más.

Pero esta vez me encontré entre mi lista de amigos a Carmencita Velazco y entré a su perfil. Nada ha cambiado. Ahí están sus fotos igualitas y sus comentarios, y toda su alegría. Incluso algunas personas le han dejado comentarios nuevos desde la última vez que lo vi.

Lo que sí ha cambiado, es que Carmencita falleció en octubre de 2006.

Evidentemente, el Hi5 no contempla la posibilidad de la muerte del dueño de la cuenta. Las cuentas de Hi5, Facebook, hotmail, yahoo mail, etc, son eternas. En teoría pueden seguir existiendo para siempre. A diferencia de sus dueños.

Tú y yo vamos a morir. Es una verdad innegable. Algunos de manera repentina y arrancados en plena juventud, otros víctimas de enfermedades y otros a edades avanzadísimas tras una larga y, esperemos, gratificante, existencia. No sabemos cuándo ni cómo, y no tiene caso intentar averiguarlo. El caso es que esa persona que llegue a vivir 120 años podría, en teoría, seguir usando su mismo correo de Gmail hasta el último día de su vida, luego del cual su correo seguirá existiendo, e incluso recibiendo SPAM.

Supongo que la gente que se inventó la internet y esas cosas se "olvidó" de que la gente muere, tal vez como muestra de un deseo inconsciente de ser eternos.

Y quién no querría vivir para siempre? Imagínense un mundo en el que nadie envejece más allá de los 35 o 40 años de edad y continúa viviendo y trabajando todo lo que quiere. Nuestros sueños no tendrían límites, y tendríamos que pensar muy bien en las consecuencias de nuestros actos antes de cometerlos, pues éstas nos acompañarían por muchísimo tiempo.

Pero gente como Walt Disney, Newton, Beethoven, Shakespeare, Da Vinci, seguirían aquí, trabajando! Se imaginan la de maravillas que producirían?

Además uno podría llegar a tomarse un siglo sabático. No habría por qué tener prisa por acabar la carrera, por casarse, por conseguir tal o cual puesto o por tener hijos. Tendríamos todo el tiempo del mundo.

Pero la vida no es eterna. Es finita. Se acaba. En el momento menos pensado, al punto que en realidad no importa qué tanto te apures por conseguir las cosas que quieres, pues ni siquiera sabes si vas a llegar a ESE día.
Lo que sí importa es que cada que día que se nos regala lo disfrutemos al máximo, nos divirtamos, soñemos, riamos, juguemos; porque ese día no regresará más.

Y sobre vivir para siempre... pues en realidad sí tenemos la oportunidad de hacerlo. Todos los días, a través de nuestros actos, marcamos la vida de otras personas, las formamos, dejamos huella en su ser. Y ellos a su vez, marcados por nosotros, maracarán a otros. Todos vivimos eternamente a través de los demás.

Quiero dedicar estas líneas a aquellas personas que me marcaron y se marcharon; los que ya no están; personas que sin darse cuenta formaron quien soy yo, y viven eternamente a través de mí y de aquellos a quienes yo marco.

Amalia Laos, mi profesora de inglés en IV de media. Fue mi tutora. Siempre sonriente. Muy estricta, aunque siempre conquistable con una buena sonrisa. A veces siento que como profesor, tengo mucho de ella.

El Padre Roberto Heil, párroco de mi colegio y profesor de religión. Estaba un poco desquiciado. Podía ser muy amable, dulce y risueño y al mismo tiempo muy duro y renegón. Me llenó de anécdotas graciosas, de una alegría inextinguible en el corazón, de la convicción de que en cualquier lugar del mundo se puede ser feliz, puesto que la felicidad la lleva uno adentro. En clase era impredecible, hiperactivo, el centro de atención incuestionable; y en misa era una estrella. No puedo cantar "Ven a mi casa esta navidad" sin pensar en él.

Mi Tío Armando Mendez. Iba a su casa - hacienda en Puerto supe con mi familia básicamente cada vez que había vacaciones o fin de semana largo. En su casa pasé los mejores momentos de mi infancia. La sensación de enormes espacios abiertos y libertad total la aprendí con él. Dueño de una paciencia de santo, lo recuerdo rodeado de sobrinos y con una sonrisota que no dejaba diente sin mostrar.

Mi Tía Flor Mendez. Alaraca, hacendosísima y la más cariñosa del planeta. Era como una hormiguita trabajadora, la perfecta reina del hogar, siempre haciendo algo en casa. Sabía cocinar, coser y tejer, bordar, y por supuesto tocar el piano. Y siempre estaba haciendo algo de eso. Mis primeros disfraces y vestuarios de teatro me los hizo ella, muerta de risa, y las mejores tortas de cumpleaños también las hacía ella (aunque he de confesar que la masa le quedaba un poco seca). No se cansaba de ser generosa ni de prestar su casa para todas las reuniones familiares. Cómo extraño cuando me apretaba los cachetes.

Mi primo Daniel Revilla. era un poco mayor que yo, 7 años creo. Y yo, un enano miserable, le rompía sus juguetes y me sentaba encima de sus casas de lego. Y él nunca me pegó. Hasta jugaba conmigo y mis otros primos, todos más chicos que él. Él era para nosotros el primo más chévere, el que lo podía hacer todo. Creo que fue mi primer héroe.

Mi madrina Fátima. Mamá de Daniel y la hermana más loca de mi mamá. Ella siempre vivió intensamente. No recuerdo a nadie más entusiasmado con nada en la vida. Cuando se le metía algo en la cabeza no había cómo sacárselo, y hacía de todo por conseguirlo. Nunca se rendía. Nunca tenía miedo. Cuando estaba feliz no había nadie más feliz. Creo que de niño estaba enamorado de ella.
Desgraciadamente, cuando ella estaba triste, tampoco había nadie más triste, y la muerte de Daniel la destrozó. Ya no quería vivir. Y entonces enfermó y murió. Tras su muerte soy un convencido de que alguien puede morir sencillamente con desearlo con suficiente fuerza.

Carmencita Velazco. Ella fue mi amiga desde la primera vez que nos vimos en Estudios Generales Letras, en la universidad, miembro de la famosísima y vital Banda del Choclito. La chica más sencilla y más dulce del mundo. Super hacendosa, voluntariosa e incluso sacrificada. Y muy divertida. En una obra de teatro se pasó horas cada función probándole togas a cada uno de los como 50 actores y clavándole alfileres a todas y cada una de las miserables togas que usaban los romanos para que no se nos caigan, y sin perder el buen humor. Conversaba con ella de religón, de marketing y de tonterías. Estudiamos juntos muchas veces, e hicimos varios trabajos en facultad. Ella siempre trabajaba más que yo. Y fue en una fiesta de halloween en su casa, que me di cuenta que lo que sentía por mi mariposa era más que una linda amistad.
Nos graduamos juntos de la universidad. En la última foto que tengo de ella, sale feliz, con su toga, su birrete y su diploma, y su peinado de peluquería. Fue la culminación de una era. Ni ella se imaginaba que dos meses después, ya no iba a estar entre nosotros.

Recuerdo con estas breves líneas a estas personas maravillosas que marcaron mi vida. Con su marca, ellos viven eternamente a través de mí y de todas las otras personas en quienes su existencia dejó huella, así como nosotros seguiremos viviendo en quienes marquemos.

Si lo miran así, la vida es terna desués de todo. Fijémonos bien qué clase de marca dejamos.



Gracias por leer hasta aquí.

6 comentarios:

Cys dijo...

Justo pensaba en eso la semana pasada, por un tío de mi papá que falleció y con quien siempre se encontraba en el msn y skype. Todavía esta entre sus contactos y debe ser doloroso tener sus correos en la bandeja de entrada. Justo me preguntaba que pasaría con mi blog y mis cuentas si muriera y que pasaría si alguien se comunicara con los "sres google" a pedirles que cancelen a mi usuario porque me morí.

Mariella Villanueva dijo...

yo vi a carmencita una semana antes de que nos dejara. Nos tomamos unas chelas y nos reimos, felices, de nuestras anecdotas de la BdCh. Y quedamos en tomarnos unas chelas pronto, y... bueno. Estoy segura que, desde donde esté, nos estará cuidando con una sonrisa como solo ella sabía dar.

Mauricio Bustamante dijo...

Alguna vez pensé que, a medida que nos hagamos más viejos, tendremos cada vez más contactos en msn que permanecerán siempre de color gris.

Joel Jones Pérez. dijo...

Me puse a pensar... qué chévere sería encontrar el blog de Einstein, o la cuenta de Facebook de la madre Teresa... cha que hasta el hi5 de Hitler sería bravazo, desde un punto de vista psicológico, claro.

Me está dando la impresión que con este sistema de páginas sociales estamos adquiriendo un nuevo tipo de inmortalidad, similar a la que uno obtiene cuando escribe un buen libro, o compone una buena canción. Probablemente cuando salió la imprenta la gente se empezó a plantear las mismas cosas que estás planteándote ahora.

Al Barito dijo...

Interesante... El interne viene a ser como la imprenta, pero absolutamente democratizada... nuestros pensamientos y etc pueden vivir para siempre con nosotros solo tomar la decisión de escribirlos... sin tener que pasar por el filtro de un editor... Esto es genial!

Pili Chuez dijo...

Carmencita está bien, en un lugar lleno de paz y de tranquilidad. Y estoy segura que los demás no-habidos también están bien.

Lo siento si suena a frase trillada, pero es la purita verdad.